«La maldición de Hill House» (y lo que puedes aprender como escritor)

Tenía otra entrada preparada para esta semana, pero La maldición de Hill House me ha parecido tan instructiva que no podía más que reseñarla y contarte todo lo que puedes aprender de esta novela. Reconozco que no había leído nada de Shirley Jackson hasta ahora. Puede que tú tampoco. O puede que sí, y te preguntes cómo he podido vivir sin esta señora durante cuaren… digo, durante tanto tiempo. Yo tampoco lo entiendo, y me declaro fan incondicional de ahora en adelante.
Sinopsis
Cuatro personajes llegan a un viejo y laberíntico caserón conocido como Hill House. Son el doctor Montague, un estudioso de lo oculto que busca pruebas de fenómenos psíquicos en casas encantadas, y tres personas a quienes el doctor ha reclutado para llevar a cabo un experimento. A pesar de las reticencias de su familia, Eleanor, una joven algo atormentada y de pasado infeliz, acabará formando parte de la singular comitiva. Los otros son Theodora, con quien Eleanor establece un fuerte vínculo inicial, y Luke, el heredero de la casa. Pronto todos deberán enfrentarse a situaciones que están más allá de su comprensión. Hill House parece estar preparándose para escoger a uno de ellos y hacerlo suyo para siempre.
Reseña
Si buscas en La maldición de Hill House un texto al uso que hable de casas encantadas llenas de fantasmas, mejor lee otra cosa, porque no tiene nada que ver. Las escenas dedicadas a fenómenos paranormales son justitas, y lo cierto es que, si te gusta la novela gótica de terror, tampoco los echarás de menos en demasía.
Jackson hace una relectura de esos textos tradicionales y los convierte en algo más íntimo y velado, terror psicológico en estado puro, en el que explora cuestiones como el miedo a la soledad y a no encajar en los cánones sociales, a la muerte (social y literal) y a la inestabilidad psicológica. Y, en este sentido, lo hace de forma magistral.
El texto se cuece a fuego lento y evita las sorpresas fáciles para entrar en una dinámica diaria donde la casa y sus huéspedes parecen enfrentarse en un combate psicológico sutil, al inicio, que crece en intensidad página tras página a través de los diálogos, acciones y reacciones de los personajes principales y los secundarios. Y si no sabes a qué me refiero, tal vez te interese esta entrada de Verónica Cervilla, en la que habla de cómo crear tensión (en la que, por cierto, también coge parte de esta obra).
Durante toda la novela nos encontramos con pistas sobre el desenlace, algunas más veladas que otras, que requieren de una lectura atenta y profunda para que su final no nos deje un sabor amargo. Pero poco más os puedo contar sin hacer ningún spoiler.
Solo te diré que, si has disfrutado de historias como Otra vuelta de tuerca, de Henry James, no te puedes perder tampoco esta pieza maestra del terror.
¿Qué puedes aprender de La maldición de Hill House?
Desglosar lo que puedes aprender de La maldición de Hill House es complejo, ya que toda la novela se estructura casi como un ente orgánico, en el que la ambientación y la tensión se consiguen a través de los diálogos, las descripciones y el uso de la elipsis. Lo que funciona es el conjunto, ya que por separado no tendría ningún sentido, así que sigo la estela de Alicia Pérez Gil en la entrada que creó sobre ambiente narrativo (y que deberías leer antes de esta para entenderlo todo bien), y te lo explico con ejemplos de esta obra. Porque si algo consigue Shirley Jackson, es introducirnos de lleno en el ambiente opresor de Hill House. Puedes leer con tranquilidad todo lo que viene a continuación, ya que he intentado no coger párrafos que no pertenezcan al primer tercio de la novela.
Cómo iniciar una novela y animar lo inanimado
Shirley Jackson ya nos mete de lleno, desde el primer párrafo del texto, en la casa, y la dota de personalidad propia en apenas unas líneas:
Si te fijas, la considera un organismo vivo (al compararlo con alondras y chicharras), que además ha perdido la cordura (nada cuerda y humana), atemporal («llevaba así ochenta años y así podría haber seguido otros ochenta años más»), gigantesca e imponente (la verticalidad de los muros, la piedra, los suelos firmes) y extraña (solitaria, no es oscura, «acumula oscuridad», es silenciosa y algo recorre sus pasillos).
Después de introducirnos a los personajes de un modo casi aburrido y bastante encorsetado (no muestra, cuenta; pero funciona, porque no es relevante para la historia), nos encontramos con Eleanor, con quien de verdad pasaremos el resto de la novela. Su inocencia y testarudez casi infantiles, su inseguridad y falta de madurez contrastan con todas las decisiones que toma hasta llegar a Hill House. Allí nos presenta a los Dudley, cuidadores de la mansión, de quienes apenas sabremos nada, excepto que no quieren estar allí —especialmente de noche— y que son tan desagradable como la casa.
Ahí tenemos la segunda introducción, la de verdad, en la que comienza la historia, donde llama la atención otra de las descripciones de la vivienda:
Uso de los diálogos para crear tensión
Aunque en muchas ocasiones resultan casi absurdos, en La maldición de Hill House, Jackson consigue crear un contraste importante a través del sentido del humor, los arranques de mala leche y las dicotomías entre los personajes, que se relacionan como perfectos desconocidos que deben hacer piña en una situación que los aterroriza.
Al poco de que llegue Eleanor, llegará también Theodora, y en una de las primeras conversaciones que mantienen ya encontramos ese contrapunto entre el ambiente de la casa y sus cuidadores y el sentido del humor y la frivolidad diaria (confieso que hay mejores diálogos para esto, pero no quiero descubrirte más que lo justo de esta obra):
En su primera noche, todos se muestran, aparentemente, distendidos y alegres, escépticos con la casa, pero las bromas y la imaginación que destilan creando personalidades nuevas (que nada tienen que ver con sus vidas reales) demuestran que tienen los nervios a flor de piel. Necesitan reírse de sí mismos y del ambiente opresivo que los rodea. Antes de esa escena, en la que jugarán a reinventarse, Theo y Eleanora se encuentran con Luke en la puerta de la casa. Ellas vienen de dar un paseo por los alrededores, y el diálogo transcurre del siguiente modo:
Pero estos diálogos, en principio absurdos e inocentes, van más allá, pues a través de ellos iremos observando los cambios de personalidad que se producen en cada uno durante su estancia en Hill House. Lo que comienza como sencillas bromas para ahuyentar el miedo, terminará, en muchas ocasiones, en discusiones veladas, o no tan veladas.
Uso de las descripciones
Lo más llamativo de las descripciones de La maldición de Hill House estriba, precisamente, en la casa. Se hace un uso de la personificación muy efectista. A través de los ojos de Eleonora, la protagonista, consigue que un objeto inanimado se convierta en un personaje más, con personalidad propia y muy mal carácter.
Casi todas las descripciones que encontrarás están destinadas a ambientar ese lugar maligno que se cierne sobre nuestros personajes:
Incluso a través de los diálogos. Y aquí verás a lo que me refería al decir que la novela entera está concebida como un organismo, donde los diálogos crean tensión y describen, las descripciones ambientan y crean tensión, y así sucesivamente:
Aquí una muestra de cómo hacer una descripción (sin hacerla) a través de un diálogo:
Ahora, si quieres, puedes venirte a llorar un ratito conmigo al Rinconcito del Síndrome del Impostor y rezar: «Chtulu, dame fuerzas para poner una palabra detrás de otra a partir de ahora, o habilidades suficientes para aprender a hacer ganchillo». (Perdón, es que me había puesto muy seria, y ya sabes que no se me da bien).
Ruido, silencio y reiteración de elementos
Pero también el uso del sonido y el silencio ayuda a generar tensiones y contrastes en La maldición de Hill House. Aquí te dejo un par de muestras:
Si te fijas en los dos fragmentos anteriores, además de llamar la atención sobre el uso que hace del sonido y el silencio y cómo los pone en contraste, Jackson utiliza un recurso que, mal empleado, puede conducir al sucidio literario (o a que hordas de editoras, correctoras y lectoras pidan tu fusilación escritoril), pero que, bien usado, como aquí, da muchísimo juego. Hablo de la repetición deliberada de ciertos elementos y palabras, en este caso: Hill House (hace que la casa cobre vida, casi casi como sucedía en Bitelchús si lo nombrabas tres veces), el sonido de los pasos (incluso su ausencia) o el estribillo de la canción, que nos acompañará durante todo el texto.
Uso de la elipsis en La maldición de Hill House
Jugar con las elipsis y con lo que no se dice, es complejo. Sobre todo cuando intentas crear una tensión creciente que desemboque en el clímax. En ocasiones, Jackson nos muestra una conversación que queda a medias, para plantarnos de golpe en otro momento diferente con apenas una frase. Nos obliga de esta manera a meternos en la piel de la protagonista y a que sintamos esa desconexión espacio-temporal, en la que no sabemos muy bien cuánto tiempo ha pasado ni dónde nos encontramos. Iba a ponerte un ejemplo, pero es parte del clímax y no quiero estropeártelo si no has leído el libro. Lo que sí que te puedo contar es que, cada vez más a menudo, los protagonistas se preguntan cuánto tiempo llevan allí, porque, tal y como has leído en el primer párrafo de la novela:
Podría continuar analizando fragmentos y más fragmentos, incluso descubrirte nuevos recursos que puedes emplear en tus historias, pero daría para una tesis y tendría que reproducir tanto texto aquí, que igual me metía en un lío (ya sabes, las cosas de derechos y bla, bla, bla). Además, hacer spoilers no es de mi gusto, y no quiero destriparte nada más allá de las páginas iniciales. Así que te animo a que, si eres solo lectora, te pierdas entre las páginas de La maldición de Hill House y disfrutes de la novela y a que, si eres escritora, la leas y releas hasta desmenuzarla.
¿Y tú, qué novela recomendarías para aprender técnicas narrativas?
Esta entrada ha sido posible gracias a mis mecenas en Patreon.
Desde un euro al mes, puedes contribuir a que mantenga este blog en activo y recibir contenido extra junto a gente tan estupenda como Marié Campos Álvarez, Miguel Ángel Huesca, Iñaki de Miguel, Raquel Valle, Andrea Laviedo, Adela Castañón, Mar Hernández, Rosa María Hernández, María José Moreno, Pilar N. Colorado, Beatriz Caces, Joaquín García, Mónica Rivas, Montse Martín, Javier Ros, Mónica Sanguinetti, Jenny Navas, Carmen Moreno, David.
Si esta entrada te ha parecido útil, compártela; si se te ocurre algo que añadir, comenta, ponerte en contacto conmigo, puedes hacerlo a través de este formulario. Pero si quieres conocer algo más sobre mí y que te cuente algunos trucos, suscríbete a mi lista de correo .
Porque cualquier pequeña acción por tu parte hace que invertir mi tiempo merezca la pena.