La errata y la cruda realidad

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14 Respuestas

  1. Juan Aguilera Manovel dice:

    Y un dato interesante, algunas de las ediciones de las obras más valoradas por los coleccionistas privados de la literatura mundial, no digo universal porque vete a saber si escriben en alguno de los planetas que gravitan alrededor de Vega, se distinguen por las erratas que arrastran desde su publicación. Una primera edición es más valiosa que una segunda, pero contiene muchas más erratas. Eso no quita que descubrir una es un momento frustrante, pero el humano es un ser que busca la perfección, y no debemos olvidar que la perfección no existe. Lo que hoy está bien, mañana no tanto, pues se habrán cambiado normas o sensibilidades que afectan a lo que define ese nivel de excelencia o divinidad. Y yo también he visto a mis niños llenos de correcciones por L. M. Mateo como el expuesto en el ejemplo.

  2. Anónimo dice:

    Buen artículo. Y como no podía faltar, con su errata. 🙂

  3. Félix Morales Prado dice:

    Y, hablando de puyas, lo es si metafórica que, si literal, ha de escribirse “pulla”. Jaja. Buenas noches.

  4. Félix Morales Prado dice:

    Casi al comienzo, la frase “con lo bonito que debe ser el trabajo de paseadora de perros”, debiera decir “con lo bonito que debe de ser el trabajo de paseadora de perros”. Perdona la puya pero es que acabo de ver una errata en la contraportada de un libro mío y estoy que trino. Magnífico artículo. Y muy divertido.

  • Anael dice:

    Me reía y lloraba mientras leía el artículo. Qué certero.
    Me has inspirado. A partir de ahora abandonaré el título de correctora y adoptaré el de “cazadora de quimeras”.
    ¡Un abrazo!

  • Erea dice:

    Me ha encantado este post, en mi carrera (Publicidad y RRPP) no es la primera vez que envío un trabajo en el que las “erratas” restan puntos y los he llegado a revisar como cuatro (o más) veces y después de imprimirlo y releerlo (es un fetiche que tengo, adoro leer mis trabajos una vez pasados a papel) AHÍ ESTABA. La dichosa errata. En un trabajo de diseño gráfico, restaba la mitad de la nota el tener un error (5 puntos de 10), lo debí revisar doscientas veces, pasárselo a amigos y que lo viera mi madre. Y NADIE VIO EL DICHOSO DEDAZO. Así que incluso fuera del ámbito de la escritura, soy capaz de entender esta frustración, es terrible.

    • L. M. Mateo dice:

      Ese fetiche de imprimir lo que escribes y revisarlo lo tenemos muchos. No sé por qué, pero el cerebro percibe mejor los errores sobre el papel.
      Un abrazo.

  • Debería haber más artículos así. Entre los escribidores que pagan a correctores para discutir todo y no aceptar cambios, y los que creen que la perfección existe y tiene forma de correctora, estamos apañados.

    Hace tiempo, yo también creía que un texto no debería tener errores si pasaba por las sabias manos de un corrector. Hoy en día, gracias a artículos como el tuyo y a ese grupo de Facebook que comentas, no sólo sé que la imperfección es normalidad, sino que yo también practico con textos de amigos para jugar a que soy correctora.

    • L. M. Mateo dice:

      Uys, calla. Si es que hay quien cree que corregir es saber distinguir entre «ay», «hay» y «ahí»… Menos mal que también están los que aprecian lo que de verdad hacemos, y lo compensan todo.

  • Lilian dice:

    ¡Muy buen artículo! Me ha gustado mucho.
    Y hablando de erratas… En el pie de foto de la mala malísima de la correctora escribes: «Correctora avalada por la RAE, Sousa, Fundéu, Único…». ¿No sería «UniCo»? 🙂
    Ya sabemos que en casa del herrero… 😀

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